El western vuelve a la literatura con la serie El Susurro de las Cadenas

Lograr mantener al lector pegado a un libro digital a través de 250 páginas repletas de datos históricos, armas de fuego, dientes que vuelan, vaqueros e indios y la más cruda denuncia social parece muy difícil pero el joven escritor hispano-venezolano, Frank Calviño, lo ha logrado por medio de la primera novela de la serie El Susurro de las Cadenas, Bala Perdida.

La obra es el fruto del trabajo de más de tres años de investigación sobre la Guerra de Secesión Norteamericana, que más que un simple texto narrativo, es un relato lleno de imágenes que sumerge al lector en una gran historia. Algo tan bien narrado que podría llevarse al cine fácilmente, a pesar de que prácticamente todo se ha hecho ya en este género western.  

La novela aglutina un cúmulo de características que hace que merezca la pena invertir unas horas en devorarla: La universalidad de la temática, la narración a tres niveles diferentes, los excelentes símiles y la tensión drámática persistente en todo el texto empujan al lector a querer más.

Bala Perdida combina la tragedia de un país destruido y empobrecido por la barbarie de la guerra, con el drama de la esclavitud al sur de los Estados Unidos. Dos temas muy actuales, considerando el retroceso que ha sufrido el país de origen del escritor tras padecer décadas de miseria. Especialmente, los últimos 16 años, tiempo en el que se ha acabado con las libertades, en el que se ha potenciado la violencia, en el que millones han caído en la pobreza, en fin, en los que se ha dividido la familia venezolana en dos bandos: Los opresores (la élite gubernamental) y los oprimidos (el resto).

Volviendo al recuerdo de las barbaries del pasado, la historia se desarrolla en la ya inexistente frontera entre los Estados Confederados y la Unión.  Un crimen atroz, cometido en territorio  norteño, obligará al Marshall Matthew Craig, de Harkon Cutty, a perseguir las huellas del sospechoso cruzando la frontera hacia el Sur. Una misión suicida, pues Craig – un ex soldado de la Unión con un fuerte sentido de la justicia- capturar al individuo (un negro esclavo), al pueblo de Cutty, para ser juzgado en libertad y poder determinar su castigo.

El choque entre la justicia y la ley genera la tensión dramática de la que ya nos hemos referido. En el Sur los esclavos son propiedades que no pueden ser despojadas de sus dueños, por más que la justicia del Norte ofrezca a un ser humano el derecho a ser presentado ante un tribunal y demostrar o no su inocencia.

Se presentan entonces cuestiones universales que se nos han planteado a lo largo de la historia de la literatura. ¿Podemos escapar de nuestro destino? ¿Los males aumentan cuando los hombres buenos no hacen nada por detenerlos? ¿Tiene sentido la guerra? ¿Puede un país dividido progresar?

Quizás la lectura de la primera de tres entregas pueda abrir el camino a responder esas interrogantes que muchos se han hecho, en este tiempo y en el pasado.

Aunque no pretendo tener las respuestas, me tomo la libertad de invitar plenamente a empaparse de esta novela de rápida lectura que le dejará con tantas ganas, como me las ha dejado, de disfrutar del próximo capítulo de esta trilogía.